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Principios de una economía sostenible

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¿Cuál es el significado de una economía sostenible?

Una economía sostenible es un sistema económico que intenta balancear el progreso económico con la protección del entorno natural y el bienestar de la sociedad. Se fundamenta en la idea de que las generaciones venideras deben contar con las mismas posibilidades de desarrollo que las de hoy, sin sufrir consecuencias adversas por parte de las acciones de la generación actual. En términos sencillos, es una estrategia que busca cubrir nuestras necesidades presentes sin poner en riesgo la habilidad de las próximas generaciones para atender las suyas.

Principios fundamentales de una economía sostenible

Gestión eficiente de los recursos: Un elemento fundamental de una economía sostenible es manejar los recursos naturales de forma eficiente y responsable. Esto significa reducir el desperdicio, reciclar materiales y utilizar energías renovables. Un ejemplo evidente es el aumento en el uso de energía solar y eólica a nivel global. En España, por ejemplo, el consumo de energías renovables ha aumentado notablemente en los últimos diez años, ayudando a disminuir la dependencia de los combustibles fósiles.

Justicia social: La justicia social es crucial para asegurar que todas las personas puedan acceder a los recursos y las oportunidades necesarias para vivir con dignidad. Esto implica fomentar políticas laborales equitativas, disminuir la brecha de ingresos y garantizar la educación y la salud para todos.

Economía sostenible: Este concepto tiene como objetivo fomentar el crecimiento económico sin aumentar la presión sobre el entorno natural. Se impulsa mediante la innovación en tecnología, la eficiencia productiva y el consumo consciente. Las compañías que implementan prácticas sostenibles, como aquellas involucradas en la economía circular, demuestran cómo es posible alcanzar este balance.

Ejemplos de economías que son sostenibles

En muchos países se están implementando modelos de economía sostenible con resultados prometedores.

Escandinavia: Las naciones nórdicas son un ejemplo destacado de economías sostenibles. En Suecia, por ejemplo, se ha implementado un esquema de impuestos ambientales que ha motivado a las compañías a disminuir sus emisiones de carbono. También, posee un sistema de reciclaje avanzado que recupera más del 99% de sus desechos.

Costa Rica: Famosa por su biodiversidad, Costa Rica ha invertido fuertemente en la protección del medio ambiente y el ecoturismo. Con políticas como el pago por servicios ambientales, ha logrado preservar su riqueza natural mientras promueve el desarrollo económico sostenible.

Economía circular en Japón: Japón ha avanzado en la implementación de la economía circular, un sistema que busca mantener los productos, componentes y materiales en uso durante el mayor tiempo posible. Las empresas japonesas han adoptado prácticas para reducir el desperdicio y maximizan el uso de recursos.

Desafíos y oportunidades

Adoptar una economía sostenible no está exento de retos. La resistencia al cambio, las barreras tecnológicas y la necesidad de una mayor cooperación internacional son algunos de los desafíos más significativos. Sin embargo, también presenta oportunidades, como la posibilidad de innovar en tecnologías limpias, crear empleos verdes y fomentar una mayor resiliencia económica frente a crisis ambientales.

La transición hacia un modelo económico más sostenible es crucial. No solo responde a las crecientes preocupaciones ambientales, sino que también ofrece una hoja de ruta hacia un futuro más equitativo y próspero. Las decisiones que tomemos hoy serán determinantes para el bienestar de las futuras generaciones, y es nuestra responsabilidad garantizar que tengan un mundo en el que puedan prosperar.

Por Otilia Adame Luevano

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